Las ventanas son sin duda alguna uno de los elementos que más contribuye a la sustentabilidad de viviendas y edificios. De ellas depende en gran parte la eficiencia de cualquier otra medida implementada para mejorar el aislamiento de la envolvente y alcanzar el confort térmico requerido en cualquier proyecto. Ninguna medida será suficiente para reducir la demanda energética si no instalamos ventanas que cuenten con altas prestaciones térmicas y acústicas.
En este contexto cabe destacar la importancia que tendrá el vidrio en el desempeño de la ventana. Todo ello, teniendo en cuenta que ocupa la mayor parte de su superficie y por lo tanto representa el área más sensible a los efectos tanto del frio como de la incidencia solar directa. Un área de oportunidad que ha venido desarrollándose para ofrecer mejores prestaciones con la irrupción en el mercado de una creciente oferta de unidades de vidrio aislante (UVA). Estas unidades se componen de dos o más vidrios paralelos ensamblados entre sí por un espaciador perimetral que encierra en su interior una cámara de aire deshidratado o gases pesados. Jugando con las medidas de estos elementos podemos variar las propiedades de la ventana, ya que un mayor grosor de los vidrios aumenta el nivel de aislamiento acústico mientras que una cámara más amplia incrementa el aislamiento térmico. La incorporación de un vidrio bajo emisivo ayudará además a reducir el factor solar que tendrá como consecuencia la disminución de la transmitancia térmica entre un 25% y un 40% dependiendo de la medida de la cámara.
Siendo la ventana el resultado de una integración de componentes es importante considerar que los elementos estructurales que definen el marco y las hojas, ya sean aluminio, PVC o madera, deben sumarse a la eficiencia reduciendo su conductividad térmica. En este mismo sentido el diseño de los perfiles y los sistemas de apertura deben garantizar la estanqueidad para evitar pérdidas o ganancias térmicas que puedan afectar las prestaciones ganadas con la selección de los componentes. La instalación finalmente deberá contribuir al aislamiento total de la envolvente evitando los puentes térmicos que pudieran causar filtraciones y mermas térmicas en el edificio.
Si bien las ventanas y su composición como vimos pueden ser determinantes para elevar las condiciones térmicas de aislamiento además de la eficiencia energética de los edificios, existen otros productos complementarios que pueden ayudar a mejoran considerablemente su desempeño como, por ejemplo, elementos de protección solar, persianas de gran aislamiento, toldos, etc.
Los productos activos y pasivos para el control solar son especialmente recomendados para áreas geográficas donde la incidencia solar se presenta más alta y puede afectar causando un sobrecalentamiento de las superficies de vidrio. Los beneficios de la proyección de sombras no solo en ventanas sino también en fachadas resultarán en una mayor eficiencia de la envolvente y contribuirán sin duda a la calidad de vida de los ocupantes.
Finalmente hablando de ventanas ecológicas hemos de tener en cuenta que es importante integrar materiales reciclables que no contribuyan a elevar las emisiones de CO2 generadas en sus procesos de fabricación y sean parte de una economía circular diseñada para hacer posible su recuperación.
Colaboración: Amevec