Todos hemos escuchado hablar de bioconstrucción, y de eficiencia energética, pero, ¿Sabemos que significan realmente? Por lo general, son dos términos que escuchamos de forma recurrente en nuestro día a día, desgraciadamente de forma aislada, y cada uno asociado a conceptos diferentes, tal vez uno se asocia más a un proyecto de bajos recursos, y el segundo con la industria y a las ingenierías eficientes.
Me gustaría poder romper con este paradigma o falsas creencias que a veces se nos pueden pasar por la cabeza.
Los dos términos deben de ir ligados al 100%. Para poder entender qué relación existe entre ambos términos, debemos conocer cada uno de ellos por separado, pero trabajar con los dos de forma conjunta para lograr una arquitectura respetuosa con el medio ambiente y sin emisiones de Co2, incluso incorporando un tercer término, la autoconstrucción del proyecto, que permite involucrar a la población, aporta enseñanzas y que logra permear el conocimiento y la cultura sostenible a la sociedad donde se emplaza el proyecto.
El primer término, la bioconstrucción, se entiende como una forma de construcción respetuosa con los seres vivos y el medio ambiente. Nace de la arquitectura vernácula, de la historia y los pueblos que buscaban soluciones para el confort y el hábitat, usando materiales locales y reflejando la sostenibilidad en todo su esplendor, así como las bases de la arquitectura bioclimática, y tiene como fin lograr la integración del edificio con su entorno, minimizando el impacto sobre éste.
¿Por qué es tan importante apostar como profesionales por la bioconstrucción hoy en día? ¿Por qué debemos de recuperar las técnicas constructivas de antaño? ¿No sería interesante usar ese conocimiento e, incluso, poder industrializarlo con las tecnologías y los avances de construcción actuales?
Recordemos que pasamos un 80% del tiempo en el interior de los edificios y los materiales que se emplean habitualmente, no siempre son respetuosos con el medio ambiente e incluso pueden llegar a ser tóxicos para los humanos.
Las técnicas constructivas naturales nos permiten crear edificios a todo tipo de escala, beneficiosos para la salud, cómodos y confortables térmica, visual y acústicamente, mejoran la calidad del aire en el interior, presentan muy buena iluminación natural y un notable bienestar psicológico y físico para los ocupantes. En resumen, son cómodos, proporcionan bienestar y tranquilidad.
En lo que respecta al segundo término, el concepto de eficiencia energética, debemos saber qué hace referencia a la capacidad para obtener los mejores resultados en cualquier actividad empleando la menor cantidad posible de recursos energéticos. Se trata de reducir el consumo de energía y, en consecuencia, el impacto que tiene la misma sobre el medio ambiente y la economía, como pueden ser los costos operativos durante la ocupación del edificio.
Por tanto, ¿Qué podríamos lograr si combinamos la bioconstrucción con los softwares de consultoría energética que nos permiten estudiar el confort, la iluminación natural, o los flujos de aire? ¿Realmente podemos minimizar o erradicar los sistemas de climatización en proyectos realizados con bioconstrucción? ¿Y si combinamos esta forma de construir con los sistemas activos para poder lograr un edificio Energy zero, net positive, regenerativo, y sin emisiones de Co2? ¿Sería un excelente proyecto a todos los niveles, no es así?
Los materiales naturales nos permiten alcanzar una enorme eficiencia energética en las construcciones, podemos lograr una envolvente térmica continua libre de puentes térmicos y con buen aislamiento en paredes, pisos y techos. Al resolver de la forma más adecuada la arquitectura pasiva, conseguimos maximizar la eficiencia energética y lograr las características mencionadas en los espacios: gran confort y calidez visual, acústico y térmico, así como espacios sanos.
Hoy en día, cada día más profesionales se suman al cambio de paradigma en la construcción y a recuperar estos sistemas constructivos naturales, como pueden ser paja, tierra compactada, super adobe, impresión 3D con tierra, piedra de la región, barro o adobe, por mencionar algunos. Ejemplos como los que presento a continuación, son dignos de estudio y referencias de profesionales comprometidos y con gran responsabilidad ambiental:
La arquitecta Anupama Kundoo, pionera moderna, apuesta desde hace años por la sostenibilidad en su propuesta. Durante mucho tiempo fue la única: ‘Hace 30 años el término sostenibilidad no existía, ahora se utiliza casi en exceso y a menudo de forma incorrecta, llaman “verde” a cualquier cosa. Es una nueva estrategia de marketing. Creo que la “insostenibilidad” es el nuevo comportamiento, la construcción convencional ya no está a la altura de los tiempos’.
Para Anna Heringer, la era del concreto ha terminado. Desmonta así un ícono de la cultura de la construcción moderna. Con su arquitectura quiere demostrar que con barro se puede construir una alta calidad de construcción y habitabilidad.
Y por último, hago mención de Yasmeen Lari, que pretende alcanzar una paleta de materiales basada en la tierra, lima y bambú. Para ella, la tierra es un material milagroso con cero energía embebida y huella ecológica cero. Pretende crear estructuras de cero carbono.
Sólo nosotros somos responsables de entender y crear una buena arquitectura, consciente, responsable, no sólo dando respuesta a los fines estéticos y funcionales, sino también teniendo en cuenta la economía, el respeto al medio ambiente, el confort y el bienestar de los interiores, la durabilidad del proyecto y la parte social que involucra.
«No podemos pretender que las cosas cambien si seguimos haciendo lo mismo». Albert Einstein
Colaboración Arq. Laura Medina Vicente