Los efectos del huracán Otis fueron especialmente significativos en ventanas y fachadas debido a varios factores cruciales que definieron la magnitud del desastre y la forma en que este fenómeno meteorológico afectó las estructuras y edificaciones más débiles y comprometidas.
La principal razón por la cual las ventanas y fachadas sufrieron impacto fue la intensidad del viento asociada con el huracán Otis. Los vientos de alta velocidad alcanzaron ráfagas de 270 km/hora ejerciendo una presión considerable sobre las superficies de las fachadas exteriores de los edificios, especialmente aquellas más expuestas a su acción directa.
La capacidad de resistencia de las ventanas y fachadas dependió en gran medida del diseño y la calidad de la construcción. Aquellas estructuras con materiales más robustos y técnicas de instalación adecuadas tuvieron mayores probabilidades de resistir los embates del huracán, mientras la mayor parte, carentes de vidrios laminados o reforzados más resistentes al impacto y menos propensos a romperse bajo presión, se hicieron añicos. En otros casos, la resistencia de los muros en su mayoría ligeros, fueron incapaces de dar sustento efectivo al anclaje de las ventanas que volaron dejando desnudos algunos edificios.
Durante un huracán, es común que objetos como ramas, escombros o incluso muebles sean arrastrados y lanzados a enorme velocidad contra las ventanas y fachadas. Estos elementos se convierten en verdaderos proyectiles que representan el mayor riesgo para las personas y sus patrimonios materiales. También la exposición a la intensa lluvia y la humedad asociada con este fenómeno afectó las estructuras en la ciudad de Acapulco. El agua pudo filtrarse a través de grietas o huecos en las ventanas y fachadas, exacerbando los daños.
Más allá de los daños físicos, los efectos psicológicos y sociales del huracán Otis también impactaron significativamente a quienes vivieron la experiencia y vieron afectado el sentido de seguridad y bienestar de su comunidad. Causales que se potencian ante la sensación de inseguridad que nos produce ver expuesta nuestra vivienda al vandalismo ante la ausencia de los cerramientos que nos protejan.
Los eventos extremos como Otis ofrecen oportunidades para aprender y mejorar las prácticas de ingeniería y diseño. Esto incluye desarrollar tecnologías más avanzadas para hacer frente a huracanes y otros desastres naturales. Los impactos en ventanas y fachadas resaltan la importancia de construir de manera más resiliente y adaptativa frente a este tipo de eventos climáticos, considerando no solo la seguridad estructural, sino también la resistencia de los materiales ante vientos intensos y lluvias torrenciales. Es en este contexto que la Asociación Mexicana de Ventanas y Cerramientos A.C promueve un proyecto de norma para definir los “Criterios de Evaluación para Sistemas Vidriados de Cerramientos en Zonas de Huracanes y Tormentas Tropicales” que esperamos pueda concluirse a finales de diciembre.
Colaboración: Amevec