La luz solar es clave para nuestra vida ya que, además de ser nuestra fuente principal de calor y energía, la radiación solar ultravioleta (UV) también proporciona vitamina D a los seres vivos.
Lo anterior no quiere decir que sea recomendable la exposición desmesurada a los rayos del sol, porque tendría repercusiones muy negativas e inmediatas en la piel y ojos de los humanos, además de implicaciones de salud más graves entre mayor sea la cantidad de radiación que se reciba sin filtro alguno.
A estas consideraciones debemos sumar nuestro contexto geográfico, debido a que la Ciudad de México, por ejemplo, se encuentra en una latitud que le permite recibir radiación del sol durante todo el año. Además, por su altitud, está expuesta a un 20% más de rayos UV con respecto al nivel del mar, según información de la Secretaría del Medio Ambiente de la Ciudad de México.
Este contexto nos permite tomar una postura consciente respecto a que, como ingenieros civiles y arquitectos con alto sentido de responsabilidad social, nuestro deber es diseñar y construir espacios que brinden resguardo a quienes albergan. Desde edificaciones para oficinas hasta explanadas, complejos deportivos, culturales y/o de esparcimiento.
Este panorama nos presenta una amplia demanda de necesidades de protección solar, cada una ligada a sus características específicas. ¿Cómo podemos entonces cubrirlas con una sola solución? Parecería una tarea imposible, sin embargo, ¿No lo parecía también el sueño de volar? Y a pesar de eso, se logró a través de la ingeniería.
Gracias a la ciencia, se han podido crear materiales flexibles, duraderos, capaces de ofrecer refugios ante las inclemencias del clima al contar con una estructura resistente, con el valor añadido de ser los suficientemente maleables para crear geometrías únicas, modernas, estéticas, con formas especiales para cada una, al grado de que, con suficiente imaginación y disposición, podrían no existir dos iguales en el mundo. A estas estructuras las conocemos hoy en día como tensoestructuras.
Inspiradas históricamente por las tiendas de campaña, uno de los primeros refugios construidos por el hombre, Frei Otto, diseñó las primeras cubiertas con cables de acero tensados, combinados con membranas. Como resultado, obtuvo un modelo estructural con beneficios únicos comparados con otras estructuras.
Entre ellos se encuentran principalmente la ligereza, que permite un transporte e instalación mucho más sencillo en comparación al acero, piedra, mármol, concreto, etc. Siendo al mismo tiempo más eficiente, ya que las propiedades elásticas de la membrana hacen que pueda cubrir grandes áreas con relativamente poco material.
Por estas razones han permitido proyectos a gran escala, como estadios olímpicos, zoológicos, pabellones, andadores, teatros al aire libre que, con menos inversión en comparación a materiales sólidos, han permitido la protección de los visitantes o transeúntes al actuar como barrera que impide el paso de los rayos UV, brindando confort, así como una estética impresionante.
¿Pero qué ocurre en caso de edificaciones verticales? Siguiendo los mismos principios de una tensoestructura, hay textiles que pueden combinarse con estructuras de diversos materiales para lograr acabados especiales. Esto no solo realza fachadas, campus universitarios, edificios, estadios, sino que a la vez lleva también protección del sol a los residentes sin importar la altura a la que se encuentren.
La flexibilidad que ofrece este modelo es por lo que en GIEE sentimos una gran pasión por nuestros proyectos. Impactamos en la calidad de vida de las personas y estamos en un proceso de crecimiento constante al dibujar y calcular estructuras que se adecúen a la perfección a las necesidades de nuestros clientes.
Colaboración: Juan José Ramírez, M.I. Fundador y Director de Hyparch y GIEE