La sombra es sin duda uno de los elementos arquitectónicos menos valorado en el diseño de fachadas y, sin embargo, uno de los recursos más económicos y efectivos tanto para evitar el sobrecalentamiento del edificio como para la administración de la luz natural.
La proyección de sobras limita de forma pasiva la incidencia solar directa que causa el sobrecalentamiento de los materiales. Este efecto se ve reflejado especialmente en los huecos que ocupan las puertas y ventanas como espacios captadores de luz natural a través de las superficies de vidrio. Estos elementos trasparentes están en una dicotomía constante entre los efectos positivos de iluminación que generan ahorros de energía y las ganancias o pérdidas térmicas que provocan un mayor consumo de energía para refrigerar los espacios. Una situación ambivalente que difiere dependiendo del entorno, la orientación de estos huecos en fachada y el clima predominante que marca los cambios de temporadas y las directrices más extremas que deberemos considerar. Así, en el caso de climas fríos se privilegia la entrada de luz, mientras en climas calurosos será la sombra el elemento conciliador para equilibrar la balanza.
Un estudio de sombras nos ayudará a valorar las aportaciones propias de nuestro diseño arquitectónico respecto a las proyectadas originadas por estructuras o vegetación colindantes.
Vegetación
A la hora de diseñar cualquier proyecto que aspire a ser sustentable con criterios de economicidad habremos de considerar la vegetación de nuestro entorno más cercano e incluso si no existiera, planificar la misma de forma estratégica. Mientras los arboles de hoja caduca pueden favorecer la entrada de luz en la temporada de invierno, durante el verano pueden llegar a bloquear hasta el 90% de la radiación solar. Además de esto, la cercanía a nuestro entorno produce un efecto de enfriamiento por la evaporación del agua que transpiran las plantas reduciendo la temperatura ambiente y aumentando la humedad del aire. Es el fenómeno conocido como evapotranspiración.
También habremos de considerar que la integración de árboles en nuestro diseño puede atenuar o desviar el viento cuando este pueda ser por su condición protagónica en un elemento catalizador de la demanda energética. La vegetación con la que tapicemos el suelo colindante será otro factor de regulación natural. En las zonas más expuestas, las superficies horizontales con vegetación tienen una temperatura 20 ºC inferior a la de los pavimentos pétreos, que se calientan y actúan como un radiador.
Entorno urbano
La mancha urbana que rodea nuestro proyecto, así como, las características que la definen los edificios colindantes por su interactuación respecto al movimiento aparente del sol es otro de los elementos que inciden sobre la proyección de sombras y debe ser estudiado como parte de las estrategias y acciones pasivas para el control solar.
Sombras propias del diseño arquitectónico
El diseño arquitectónico cuenta con un gran número de herramientas que pueden combinar eficiencia y plasticidad gracias a los constantes avances generados en el desarrollo de sistemas de protección solar. Sistemas pasivos o activos dependiendo de las necesidades particulares de cada situación. Persianas, toldos, pérgolas, aleros, filtros solares, parasoles etc. Elementos diseñados para proyectar sombras o bloquear voluntariamente los rayos UV que podemos integrar de forma puntual, combinada o personalizada para corregir o minimizar los efectos nocivos de la exposición al sol.
Colaboración: Amevec