Nada en la naturaleza es casual, todo cambio es motivado por una razón o representa una respuesta proactiva hacia un entorno agresivo y cambiante. Soluciones evolutivas para enfrentar problemas que en el caso de la arquitectura nos puede mostrar el camino hacia nuevas ingenierías y diseños probados en la naturaleza para resolver complejos problemas que nos sobrepasan con eficiencia. Fruto de esta observación nace la arquitectura biomimética como una forma de recrear estas soluciones sostenibles de forma artificial en nuestro entorno arquitectónico conscientes de que la naturaleza ya resolvió el problema. No se trata únicamente de replicar formas sino de analizar y comprender enteramente su funcionamiento, así como las motivaciones que provocaron estas respuestas con el fin de poder implementar la experiencia en nuestras edificaciones para hacerlas más eficientes y funcionales.
Para la arquitectura biocmimética la envolvente del edificio es un todo que no distingue entre muros y techo. Considera ésta como una interfaz continua que nos aísla del exterior y es responsable de cómo nos afectan los factores ambientales y de las demandas de confort térmico de los ocupantes, es decir considera la envolvente del edificio como un sistema de moderación ambiental. Fachadas arquitectónicas que cambian dinámicamente hacia superficies en constante movimiento que conocemos como fachadas responsivas o cinéticas.
Las fachadas responsivas o cinéticas se convierten en una envolvente viva que se comporta de manera similar a la piel humana. Adaptan su forma, aspecto o color de manera receptiva o sensible. Una fachada que interactúa con el edificio y el entorno respondiendo a las condiciones climáticas que prevalecen en cada momento. Este tipo de fachadas interactúan con la luz, el aire, la energía, e incluso la información. Pueden responder ante la necesidad de reducir la ganancia solar o permitir el paso del aire fresco al edificio para regular la temperatura en el interior. Los elementos móviles de la fachada pueden ser programados para responder a factores climáticos y ambientales, tiempo, niveles, tipo de ocupación y así sucesivamente para mejorar el rendimiento y la eficiencia. Dentro de este esquema encontramos fachadas de vidrio integradas con sistemas de protección solar dinámicos que responden a la incidencia solar directa bloqueando los rayos UV o proyectando sombras sobre la superficie. El control lumínico que brindan estos sistemas también contribuye al aprovechamiento de la luz natural.
Colaboración: Amevec